¿QUIÉNES SOMOS?
La Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques (AMPB) es un espacio de coordinación e intercambio de autoridades territoriales que administramos o influimos sobre las principales masas boscosas de Mesoamérica.
Somos gobiernos indígenas y organizaciones forestales comunitarias que buscamos fortalecer nuestro diálogo, enfocado en la gestión comunitaria de los recursos naturales, e incidir de manera conjunta sobre los gobiernos y la cooperación internacional, para que así las estrategias de conservación de la biodiversidad y para el equilibrio climático integren de manera apropiada los derechos y beneficios de los Pueblos Indígenas y Comunidades Forestales.
LOGROS
Visibilizamos a nivel internacional nuestra contribución a la lucha contra el cambio climático y la conservación de la biodiversidad.
Traemos la atención de donantes a una región que ofrece soluciones a problemáticas globales a través de la defensa e implementación de derechos territoriales.
Asistimos a nuestras organizaciones miembro en el desarrollo de estrategias para la incidencia a nivel nacional.
Alcanzamos exitosamente la construcción de capacidades y la promoción del intercambio de conocimientos locales. En particular, la evolución de la Escuela Mesoamericana de Liderazgo, que organiza y lleva a cabo capacitaciones para jóvenes, mujeres y líderes emergentes en todos los territorios de la AMPB y, más ampliamente, representa un paso significativo hacia asegurar un liderazgo más inclusivo de las organizaciones forestales en los años venideros.
A través de la Coordinadora de Mujeres Líderes Territoriales de Mesoamérica, fortalecemos la incidencia de lideresas de la región y sus soluciones para la resiliencia climática.
Trabajamos con socios regionales clave para desarrollar una propuesta para el Fondo Territorial Mesoamericano (FTM), el cual canalizará financiamiento climático directo hacia organizaciones forestales comunitarias e indígenas.
DESAFÍOS
La inestabilidad política de la región, la agudización de la desigualdad económica, la corrupción generalizada y la violencia generada por el narcotráfico, minan los esfuerzos de los grupos forestales comunitarios e indígenas para proteger nuestros recursos naturales y promover medios de vida locales.
Aún cuando, de forma sustancial, más tierras se encuentran legalmente bajo control indígena y comunitario, muchos de los gobiernos de la región han ralentizado protecciones para la sociedad civil y se han vuelto a comprometer con industrias extractivistas y agrícolas de gran escala como prioridades para el desarrollo económico.
Estos retos requieren de comunidades fortalecidas en gobernanza, capacidad política y administrativa.
Por esto, buscamos continuar incidiendo en las políticas públicas de nuestros países y tomar nuestro asiento en la conversación climática global. El financiamiento territorial directo y la participación real son nuestras mejores herramientas para lograrlo y, así, asegurar nuestros derechos territoriales y la vida en nuestra Madre Tierra.