El incremento en la frecuencia y magnitud de los huracanes a nivel mundial está causando graves pérdidas y daños en las comunidades y pueblos indígenas del mundo. Las mujeres territoriales están liderando acciones para mitigar y adaptarse a estos desafíos, desde sus conocimientos tradicionales.
En el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas por el Cambio Climático, la Coordinadora de Mujeres Líderes Territoriales visibiliza experiencias de resiliencia y gestión de desastres lideradas por mujeres desde los pueblos originarios de Mesoamérica, África y Asia, en el evento “Desastres Naturales, Mujeres y Gobernanza Comunitaria de los Bosques” que tuvo lugar este 8 de noviembre en el Pabellón de Panamá, Zona Azul.
En el evento también presentaremos la iniciativa #MujeresResilientes: un llamado a los gobiernos del mundo para abordar las pérdidas y daños causados por el cambio climático con enfoque de género.
Dimensionando las pérdidas y daños
El impacto de cada desastre natural en una comunidad conlleva la destrucción de sus viviendas, contaminación de las fuentes de agua, pérdida de cultivos, semillas y biodiversidad nativa. Las comunidades quedan en una situación de escasez y tardan meses en reconstruir sus hogares y volver a cosechar sus alimentos.
La insuficiente respuesta de los Estados y organizaciones internacionales, hace que la ayuda humanitaria durante y después de estos desastres sea escasa y tardía. Las comunidades sobreviven a estos eventos extremos por sus propios recursos, saberes, liderazgos y organización comunitaria. Cada comunidad define medidas, protocolos de asistencia, rutas de evacuación y distribuyen roles para prepararse y mitigar las pérdidas y daños.
Las mujeres están a cargo de cosechar y conservar los alimentos, recolectar y guardar semillas y plantas medicinales, acondicionar los albergues, cocinar, sanar a los enfermos y heridos durante la crisis. Una vez pasa el desastre, también son ellas las encargadas de reactivar los sistemas productivos. Lo cual es un reto cada vez más desafiante, ya que los ecosistemas pierden su balance.
Por ejemplo: con el impacto de los huracanes Eta e Iota en las comunidades Miskitas del Caribe de Nicaragua, todos los árboles grandes cayeron, dejando por varios meses a los animales silvestres sin otro alimento que las semillas y plántulas nacientes de las nuevas siembras, afectando de forma significativa los niveles de producción. Como estas comunidades practican agricultura de autoconsumo, estuvieron en riesgo de quedar sin semillas, tras varios intentos de siembras fallidas. Tras prueba y error, las mujeres idearon una nueva estrategia: cambiaron de zona de siembra. Mientras se regenera el bosque, dejaron descansar sus parcelas habituales y empezaron a sembrar huertos familiares cerca de sus casas.
Mujeres Resilentes
Aún en circunstancias tan retadoras, las mujeres líderes territoriales han encontrado, una vez más, en los conocimientos que heredaron de sus ancestras y ancestros, la fuerza y las herramientas para reinventarse en la lucha por la defensa de sus territorios y formas tradicionales de vida; uniéndose, organizándose y creando en conjunto estrategias de respuesta creativas para reactivar las formas tradicionales de producción de alimentos; que son esenciales para el buen vivir y la preservación de sus culturas.
Algunas han sembrado huertos en sus casas, donde era más fácil controlar las plagas, otras han creado redes y ferias entre productoras de comunidades cercanas para intercambiar productos, otras se encargan de resguardar bancos de semillas nativas, otras aprenden nuevas técnicas para recuperar suelos o adaptan y varían las zonas de cultivo para contar con cosechas de reserva.
Así surge la iniciativa #Mujeres Resilentes, para reconocer las experiencias de buenas prácticas ideadas y ejecutadas por mujeres comunitarias e indígenas del mundo, que pueden ser un ejemplo para otros pueblos.
En el evento, compartimos experiencias exitosas de autogestión comunitaria en Mesoamérica, África y Asia en las voces de Sara Omi, Líder Emberá, abogada especialista en derecho Indígena y presidenta de la Coordinadora de Mujeres Líderes Territoriales de Mesoamérica; Archana Soreng, Miembro del Grupo Asesor de Jóvenes del Secretario General de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático; Chouchouna Losale, Líder territorial de África; con moderación de Natalia González y comentarios de Solange Bandiaky-Badji, Directora de Rights and Resources Initiative (RRI).
Fondos directos con enfoque de género
En América Latina, las mujeres indígenas y comunitarias producen el 70% de los alimentos de sus familias. Está comprobado que el apoyo a la agricultura familiar liderada por mujeres es efectivo para la seguridad alimentaria de sus comunidades, la creación de empleos e ingreso locales y ayuda a evitar la migración a centros urbanos. A la vez, ellas juegan un papel fundamental en la protección de los bosques, ya que son las transmisoras de la cosmovisión ancestral del buen vivir en armonía con la Madre Tierra.
Los gobiernos y organismos internacionales tienen la responsabilidad de generar un mecanismo de financiamiento eficiente, directo y con enfoque de género para reducir las pérdidas y daños que están directamente relacionados con los impactos del cambio climático en las comunidades; además de crear medidas para apoyar la labor de protección, preservación y restauración de los bosques que realizan a diario estas comunidades, por el bien de la vida en la tierra.
Escuchar y tomar en cuenta las buenas prácticas y los conocimientos tradicionales de las comunidades y pueblos indígenas es fundamental para definir acciones globales frente al cambio climático.